domingo, 1 de noviembre de 2020

Historia de una abubilla

 Durante mi paseo mañanero por el jardín he visto una abubilla, hacía tiempo que no avistaba ninguna por aquí. Mis recuerdos vuelven a aflorar, soy un caso. De pequeños una mañana en la calle, nuestro lugar de juegos, el Miguel, el Tanín, el Salito, mi hermano y yo, acorralamos una abubilla, entre que preguntas a tu madre y te dice que trae mala suerte, entre que notas mal olor, llega el hijo de Juan el practicante y la atrapa, nuestro gozo en un pozo. Durante mucho tiempo, durante las mañanas de buen tiempo, la sacaba al sol en una super jaula de elaboración casera realizada con unas maderas y telas metálicas, era la envidia de todos los chiquillos que nos apretujábamos mientras él alardeaba de su captura.

Volviendo a la abubilla de esta mañana, es un lujo en estos tiempos, en los que los gorriones desaparecen de las grandes ciudades, poder seguir viéndolos en libertad, o jilgueros, o tórtolas, o mirlos, los auténticos jefes del jardín, bueno en el turno de día, hay una lechuza en el pago que manda cuando la luz desaparece.

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