Hasta aquí llegamos, hoy en el día real de mi cumpleaños,
cinco días antes del que indican los papeles, me tomo unos días de vacaciones
antes de acabar mi vida laboral. Hoy cuelgo los hábitos, el de madrugar, el de
caminar de madrugada hasta el autobús por un camino a oscuras o el de sentarme frente a dos
grandes pantallas de ordenador durante largas horas. Hoy no puedo dejar de recordar el día en que mi padre, en la misma empresa, cogió el camino que tomo yo hoy.
En la primavera de 1979 me examiné para unas plazas de delineantes en la E.N. Bazán de San Fernando, recuerdo aquella tarde sentado frente al
edificio donde se realizaba la prueba de dibujo esperando el turno sentado
sobre unas piedras talladas con los nombres de los antiguos barcos construidos por la empresa que rodeaban el jardín. Ese edificio ha sido mi segunda casa durante casi
43 años, hoy lo abandono y soy feliz por ello, ya son muchos años, sin embargo,
esta felicidad no es completa, dejo el día a día con compañeros que llevan toda
una vida conmigo y al principio no será fácil. Ahora comienza una nueva etapa que intentaré apurar al
máximo, apagaré el despertador, me dejaré llevar y llenaré el tiempo
con nuevas ilusiones.
Las fotografías que muestro a continuación son parte de esta historia, es difícil quedarse con unas pocas para un periodo de tiempo tan extenso, pero al final me he quedado con estas, un viejo autobús de los que tomaba cada día para la ida hacia la empresa y la vuelta a casa, una de las pocas piedras que quedan de aquellas que ojeaba en mi espera para acceder al examen, una captura de las vidrieras que me acompañaban por las escaleras cada día y la maqueta del último buque en el que trabajé, para acabar con otra maqueta, la del buque con el que comenzó todo.