El ticket del parking cumplía y tuve que interrumpir la visita, el tiempo había volado y era hora de marcharme. Sentí lo mismo que cuando el día de reyes tu madre te decía que tenías que guardar los juguetes, cenar y acostarte. Pepe me volvió a recordar que cuando quiera tengo las puertas abiertas. Siempre temo me cuesta mucho realizar visitas, aún así seguro que tendré otra oportunidad de adentrarme en esa maravillosa cueva. Gracias Pepe por mostrarme tu impresionante colección.
Mientras me pellizcaba en el interior de aquella antigua tienda no dando crédito a lo que veían mis ojos, Pepe me comentaba como consiguió éste o aquel juguete, de como contactó con algún comerciante que tras varias visitas accedió a vender algunas de sus valiosas piezas, de aquel que compraba todas las unidades existentes, se quedaba con una y destruía el resto con el fin de tener el único ejemplar, hablamos de vendedores conocidos y sus manías, de los rastros que visitamos, de los próximos eventos.
El amigo Pepe Jiménez a menudo me insinuaba ¡A ver si te pasas a ver la colección!. Pepe es un coleccionista de juguetes gaditano al que conozco desde hace años después de muchos encuentros en su puesto de venta en distintos rastros y eventos del motor. ¡Llámame por teléfono o pasas por la tienda y la ves abierta!. Hace unas semanas ocurrió esto segundo, pasé caminando frente a su casa y allí estaba él en la puerta. Entrar en la tienda, como él la llama, es como entrar en la cueva del tesoro, mires a donde mires encuentras piezas impresionantes.
