Uno de mis abuelos fue pescador y siempre nos inculcó el amor por "la mar", como el la llamaba. Él era de Málaga y vivió los años de mi infancia con nosotros en Cádiz. Málaga y Cádiz, imposible no sentir amor por el mar. Más tarde, en mis primeros años de juventud me pasaba las horas muertas viendo el despesque de los barcos que llegaban al muelle. Y por último claro, a esto se le une que por mi trabajo me he llevado toda la vida participando en el diseño de barcos.
Este pensamiento sobre mi afición por los barcos viene a colación a partir de una visita que realicé hace unos días al "Centro de Interpretación Cádiz y El Nuevo Mundo" en el Castillo de Chipiona, otro pueblo de mar. Allí compartiendo espacio con grandes paneles pueden verse maquetas de célebres veleros como las tres carabelas (Pinta, Niña y Santa Marí), la Nao Victoria (primera circunnavegación) o el galeón Santísima Trinidad (batalla de Trafalgar).
Sección longitudinal del interior de las bodegas de un galeón
Pinta, Niña y Santa María
Victoria y Santísima Trinidad
Otros barcos en el castillo
A la izquierda, Faro de Chipiona en la Punta del Perro
Castillo de Chipiona
