El cerebro es nuestro disco duro, conserva los recuerdos almacenados y afloran cuando rascas un poco. Hace algo más de dos meses paseaba por mi pueblo, Puerto Real, por delante de las casas igual que lo hacía hace más de cuarenta años cobrando recibos. Ayer tarde realicé la segunda parte del paseo, la segunda parte de aquella visita. Si bien durante la caminata pasada, encontraba muchas zonas donde parecía que el el tiempo se detuvo, en esta otra he encontrado aún algunos lugares que poco han cambiado, pero en su mayoría, esos recuerdos me dicen; ¡esto ya no está! o ¡aquí estaba..!, cruzo plazas que han perdido su atractivo, reconstrucciones que han apagado el encanto del algún edificio, calles a las que la peatonalización han dejado vacías, apagadas. Aún así todavía me parece atractivo pasear de vez en cuando por aquellos lugares por donde lo hice cientos de veces hace años.
Comparto unas fotografías de lo más relevante que se conserva de una fuente desaparecida hace muchos años, la Caja del Agua, en los Jardines de El Porvenir, la vieja Peña Sevillista que recuerdo de niño y cuyo rótulo se mantiene como entonces, el impasible letrero del viejo Hostal tras la Iglesia Prioral de San Sebastián y por último aquel rótulo de una farmacia que se ha conservado tras su desaparición.
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