Chiclana de la Frontera es tierra de vinos como las vecinas Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María o Sanlúcar de Barrameda. En los más de 30 años que llevo viviendo en esta ciudad, he asistido a la desaparición de varias bodegas del paisaje, bien por su derribo o porque se han reconvertido, dejando en el olvido cualquier rastro de su anterior actividad. Hablando de actividad, la vinícola de Chiclana goza de una excelente salud y creo que por ahora no existe riesgo de que las bodegas del casco antiguo se muden al extrarradio a cambio de alguna oferta inmobiliaria.
La mañana del pasado sábado la dediqué a caminar por los alrededores de las bodegas y recoger imágenes de su rotulación, no es lo más original del mercado pero la antigüedad de muchas de ellas es lo que me parece verdaderamente interesante.
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