Quien haya ido en los últimos meses al Mercadillo del Charco la Pava se daba cuenta de que tenía los días contados. El descontrol que se notaba no presagiaba nada bueno.
Un reportaje del pasado lunes 30 de octubre del Correo de Andalucía bajo el título La ley frente a la ilegalidad lo dejaba bien claro:
"Si algo se está entendiendo por parte de la sociedad española, durante las últimas semanas y al hilo del problema catalán, es que la ley debe cumplirse, que nuestra democracia y el bienestar colectivo dependen en gran medida del respeto que se muestre por el Estado de derecho y las reglas del juego que imperan en él, que lo ordenan."
"Por ello hay que celebrar que asuntos que pueden trastornar la convivencia en Sevilla se vayan resolviendo con toda la celeridad posible y aplicando la normativa sin complejos. La ley, que permite una vida en paz y ordenada en su día a día, debe aplicarse sin tener en cuenta factores que no aportan nada más que confusión, irritación y desasosiego entre los sevillanos."
Ya en otro reportaje del día anterior, domingo 29, el mismo periódico avanzaba la noticia:
"El Ayuntamiento de Sevilla, a través de un dispositivo desplegado por la Delegación de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores en coordinación con la empresa Lipasam y la Delegación de Economía, Comercio y Relaciones Institucionales, ha impedido la instalación del mercadillo ilegal de los domingos en el Charco de la Pava, que había suscitado múltiples quejas por parte de los ciudadanos que suelen utilizar las áreas ajardinadas y de aparcamientos de esta zona."
Objetos robados en venta, falta de limpieza, altercados, venta de alimentos sin control sanitario, y la lista sigue. Las últimas veces en las que me acerqué al mercadillo observé nula presencia policial. Se echaba de menos el control de los primeros años, heredero del mercadillo de la Alameda de Hércules y ahí tiene su parte de culpa el ayuntamiento, tenía que haberlo frenado antes. Hace unos meses se reguló el mercadillo del sábado y seguramente buscarán una solución pues son muchos los vendedores que sacan su sustento de las ventas del domingo y muchos los foráneos que se acercan al mercadillo y luego pasan el día en la ciudad, están condenados a entenderse, eso si con total control.
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