lunes, 19 de septiembre de 2016

Recortables de papel

Hoy en día si a un niño o niña le das una lámina recortable para que juegue, puede que le ilusione, si además le das unas tijeras para que recorte las figuras, mejor aún. Al poco rato se habrá cansado y aburrido. Ellos tienen mejores distracciones donde emplear el tiempo.
Para nosotros estas láminas eran el motivo para pasar tardes enteras.
Primero íbamos al kiosko o papelería a elegir una bonita lámina de soldados, llegar a casa y recortarlas con mucho cuidado, pegarles una cartulina en la base, algunas veces con harina y agua, esperar a que se secara y a jugar a las batallas o realizar desfiles. Tener hermanos de casi la misma edad ayudaba mucho.
Por otro lado las niñas daban los mismos pasos para jugar con sus mariquitinas cambiándoles las pelucas, las ropas y los zapatos constantemente.
Hoy en día es más la ilusión que ponen los padres para enseñarles como eran sus juegos de pequeños que la que pueden mostrar los niños y niñas.
Cuando nuestros padres nos contaban sus juegos con nuestra misma edad nos costaba asimilarlo cuanto más hoy en día con la variedad de máquinas y artilugios que manejan donde emplear su tiempo.
La vida ha cambiado mucho, pero nadie me quitará ese recuerdo de pasar una tarde recortando soldados de papel. No lo cambio por la Nintendo, soy así de raro.
 
 Dos láminas que tengo en casa y que bien podrían ser como aquellas de hace años
 

  Dos láminas de Ana y Carmen que me dio mi hermano pequeño hace un tiempo.
Cuantas de esas habrán pasado por casa, con tres hermanas.
 
Las casas las que mejor recuerdo me traían, daban menos juego.
Ésta no es de mi propiedad, ahí queda como muestra.

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