La jardinería de la capital gaditana ha estado dejada de la mano de Dios, mejor dicho de los ayuntamientos, en los últimos tiempos, y no vale la excusa de la sequía actual, el asunto viene de lejos. Si pocos se han preocupado del verde, qué vamos a decir del mobiliario.
La Alameda Apodaca (ahora Clara Campoamor) es uno de los enclaves mágicos de la ciudad, un paseo ajardinado donde detenerte sentado frente al mar en uno de los viejos bancos cubiertos de cerámica vidriada. Fabricados por Mensaque Rodríguez y Cía, datan del primer cuarto del siglo XX y han llegado en un estado aceptable a nuestros días, su desgaste si cabe, los hacen aún más interesantes, y temo que el día que se inicie una recuperación o pierden su encanto o directamente se pierdan los bancos.
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