Se suele decir que la curiosidad mató al gato, pues uno debe tener alma suicida, ya que cada vez que paseo frente al comercio del coleccionista radiofónico Ángel Tinoco (Vejer de la Frontera) no puedo resistirme a mirar su interior. En esta ocasión además, frente al almacén se encontraban las puertas abiertas de un domicilio, entiendo que del propio Sr. Tinoco, y eso aumentó más si cabe mi curiosidad, en su interior cientos de objetos antiguos para mi regocijo personal. Creo recordar que es la tercera vez que que me detengo en ese mismo lugar a curiosear, siete vidas tiene el gato.
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