Me hace gracia oír hablar a algunos sobre un equipo de campanillas de nuestra liga, que si el pupas, que si sufridor, que si mala suerte. Me río. Soy abonado del Cádiz CF, y cada final de temporada somos muchos los que nos encontramos en un sin vivir, hacemos cuentas, nos encomendamos a todos los santos y contenemos la respiración a la espera del pitido final, pero en el fondo los cadistas estamos acostumbrados a eso y creo que, en el fondo, lo llevamos bien, cuando nos abonamos sabemos que lo hacemos al sufrimiento. Pero el fútbol en Cádiz es una filosofía de vida, el ambiente que se genera en cada partido, la alegría con que se vive está más que explicado, nos llevamos media vida luchando en las ligas de 2ª y 2ªB y jugar en La Liga es un regalo para nosotros, y ya van cuatro temporadas seguidas, ayer se certificó una nueva permanencia. A partir de agosto volveremos a las inmediaciones del Bar Gol, junto con las aficiones visitantes, con sus camisetas, aquí no hay ningún tipo de problema.
En la colección no podía faltar algo de mi Cádiz CF. Ahora lo llaman Nuevo Mirandilla, para mi siempre será el Estadio Carranza, aunque no lo parezca porque ha cambiado mucho su fisonomía actual.
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