"Una manada de escolares corretean por allí, cuestionario en mano, preguntando a los libreros cómo les va tras la crisis y otras impresiones de interés para sus trabajos de clase. En la Librería Códice, de Málaga, tienen puesta música de jazz y uno se imagina todos esos libros bañados por la luz amarillenta de la lamparita del aparador, aguardando a ser leídos por el inquilino del sillón orejero. Cuelga ejemplares de La Codorniz y anuncios originales de pasas moscatel. Todos los cómics están en Don Cecilio, incluidas aquellas Joyas Literarias Juveniles que solo quien conoció y atesoró puede valorar debidamente. En la Librería Alejandría, de Sevilla, tienen cupones de racionamiento: arroz, achicoria, tabaco, garbanzos, patatas, boniatos. Y por doquier, novelillas de Marcial Lafuente Estefanía, fotos antiguas, barajas de naipes, emblemas de posguerra, aventuras del Oeste, álbumes de cromos, lecciones de aritmética. Libros que incluso cerrados cuentan historias."
Bonitas palabras del periodista César Rufino para acrecentar el ansia de pasear por sus puestos de librería.
Los carteles de los últimos años crean aún más sabor nostálgico si puede
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