Una concentración de coches americanos a mi parecer tiene cierta semejanza con un gran gimnasio. Entre los usuarios del día a día aparecen dos tipos bien diferenciados, aquel algo mayor de edad que acude para mantener su cuerpo y sobre todo la salud, tranquilo, silencioso y enemigo de los espejos y la primera línea, y cerca, un segundo tipo que suele ser más joven, éste especialmente se ubica en la zona de musculación, es más ruidoso, gusta lucirse y los espejos los tiene gastados de admirarse, este grupo del culto al cuerpo suele ser más numeroso.
Del medio centenar de vehículos que se dieron cita el pasado sábado en la Pradera de Chapín de Jerez de la Frontera, apenas se podían contar con los dedos de una mano los mayores de cincuenta años que fueron llegando, aparcaron, y sin hacer ruido se dejaban observar por los curiosos entre los que se encontraba un servidor, al resto, a los vehículos fabricados en el presente siglo, no les faltaba un detalle, deslumbraban con sus destellos y el bronco sonido de sus motores casi enmudecía la música de la Creedence que sonaba por megafonía y nos acompañaba prácticamente durante toda la visita.
Cuando me encaminaba a abandonar el recinto, hacía su entrada un majestuoso Buick Riviera, solo por el hecho de haber tenido la ocasión de observar de cerca este vehículo de lujo del 72 ha merecido la pena el desplazamiento en una mañana que amanecía inestable. El Chevrolet Corvette C3 del 78 y los dos Ford Mustang Mach 1 (1970 y 1972), son ese tipo de clásicos que siempre espero encontrar en estos eventos.
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