En una rotonda de entrada a la localidad puede leerse 'Lebrija, Ciudad de Alfareros', durante siglos la alfarería ha formado parte de la identidad de un pueblo que ha sabido mantener la tradición de este oficio del barro. Hoy día un solo alfarero continúa con esta labor que de seguir así tiene fecha de caducidad, crucemos los dedos para que su hijo, al que le está inculcando sus conocimientos, siga adelante en el futuro, sería una pena que se perdiera este arte que los árabes dejaron en este rincón del Bajo Guadalquivir.
Como anécdota queda el ratoncillo que nos acompañó durante la visita y que puede verse en la última imagen.
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