En 1862 abrió en Lebrija una ferretería, hoy 160 años después y tras el resurgir de la mano del tataranieto de su fundador, La Escurriura se mantiene al pie del cañón. En sus escaparates se mezclan antiguos objetos y herramientas con otros de nuevo cuño, personalmente me quedo con ese conjunto de piezas de porcelana esmaltada blanca que siguen fabricándose hoy día.
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