Coger sitio en la barra del Bar El Comercio (Sevilla 1904) en las horas del desayuno es armarse de paciencia, sus churros tienen la culpa. Cómo mi idea era la de ver sus viejos azulejos mejor esperar a otras horas y vaya si triunfé, toda la barra para mí. El catálogo de bares sevillanos donde observar viejos objetos es interminable y este era uno de los más esperados, pero no había manera, en otra ocasión mostraré una imagen del exterior, ese día había overbooking.
Observar los azulejos de vinos y brandy gaditanos, la publicidad en los espejos, el viejo anuncio cervecero o las empolvadas botellas de sus vitrinas me dejan esa sensación del deber cumplido.
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