sábado, 8 de octubre de 2022

De Vincent a Theo, una fraternidad ilustrada

 No entiendo de arte y sería una afrenta por mi parte traer a este espacio comentarios sobre las obras o los propios artistas, pero a veces encuentras una rendija donde adentrarte, eso sí como simple admirador de la belleza, que de eso se trata. 

Cómo hijo de coleccionista filatélico, el correo tuvo un papel muy importante en nuestro ámbito familiar y eso marca para siempre. A veces, en mis paseos por los rastros dominicales, me detengo en la vieja correspondencia que encuentro y reconozco que a veces aparecen documentos muy curiosos, eso si nada comparable a los que quiero compartir hoy, hilando el arte con el correo.

Vincent Van Gogh era asiduo escritor de correspondencia y se conservan centenares de cartas suyas, de ellas un alto porcentaje iban dirigidas a su hermano Theo, su gran valedor y protector. El Museo de Chiclana de la Frontera expone en estos días "De Vincent a Theo, una fraternidad ilustrada", ya conocen los que siguen este cuaderno de recuerdos que me muevo entre museos y exposiciones como pez en el agua y son muchas las que he visitado desde que tengo uso de razón, pero debo reconocer que no son muchas las que me han impresionado tanto como esta. Como dije al inicio, no entiendo de arte, pero para reconocer la belleza no hace falta ser un erudito.

Un paseo entre cartas y maravillosas ilustraciones y los textos extraídos de cada una de ellas, un momento mágico.


Ha habido una evolución en mis dibujos, tanto en la manera de plantearlos como en los resultados.
Además (...) he vuelto a trabajar con modelos al natural. Por suerte, he conseguido que varias personas posaran para mí, incluido Piet Kaufman, en campesino.
El estudio atento y la copia repetida de los ejercicios para carboncillo de Bargue me han servido para comprender mejor el trazo de la figura.

Facsímiles de sus cuadernos de dibujo.

Mi querido Theo:
Acabo de recibir Germinal y he empezado a leerla de inmediato. (...)
Adjunto un boceto de una cabeza que acabo de traer a casa. (...)
Si todo va bien - y gano un poco más, para así poder viajar más-, espero algún día poder ir a pintar las cabezas de los marineros. (...)
No sé si ganaremos dinero, pero si al menos me sirve para trabajar duro, me sentiré satisfecho. 
Lo principal es hacer lo que uno quiere.
Si, debo hacer los marineros algún día. (15 de mayo de 1885)

Ya verás que no temo a un verde brillante o a un azul suave, así como a los miles de grises diferentes, puesto que apenas existen colores que no sean gris, gris rojizo, gris verdoso, gris amarillento, gris azulado... Esa es la base de toda la escala de colores. 
En cualquier caso, repito que todo aquel que trabaja con amor e inteligencia se forma una especie de armadura contra la opinión de otras personas gracias a la sinceridad de su afecto por la naturaleza y el arte. La naturaleza también es severa, y a veces cruel, pero nunca engaña y siempre nos ayuda a caminar. (26 de julio de 1882)

Las paredes son de un violeta pálido. El suelo es de baldosa roja. La madera de la cama y las sillas son de color amarillo, como el de la mantequilla fresca. Las sábanas y las almohadas, de un verde limón muy claro. La colcha, escarlata. La ventana, verde. La mesa del aseo, naranja. 
La vasija, azul. Las puertas, lilas.
Y ya está. No hay nada más en este cuarto con las contraventanas cerradas.
La forma cuadrada de los muebles debe expresar una vez más un sosiego inviolable.
Además, retratos en las paredes, un espejo, una toalla y algunas prendas de ropa.
Más adelante, te haré bocetos de los otros cuartos de la casa.



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