En su casa del barrio de Argüelles, Madrid, el literato manchego posee una fascinante colección de soldaditos de papel; lleva años fabricándolos, mimándolos, colocándolos en formación sobre relucientes estantes o dispersándolos para idear imaginarios combates. “Cuando murió Franco, pensé que ya podía uno dedicarse a coleccionar soldaditos y comencé pues la tarea“, explica Reyes. Desconoce el número exacto de cuantos soldaditos posee, pero se cuentan por miles.
“Tengo mucha afición pero no hasta el extremo de matar por ellos, como algunos serían capaces de hacer”, bromea. Y añade: “Tengo toda la Infantería inglesa de la época victoriana; todos los ejércitos combatientes de las guerra de Crimea; las tropas napoleónicas que combatieron en la campaña de Rusia, al completo; la caballería alemana del Káiser…”. Cuando comenzó a coleccionar, Luis pedía a dos amigos, uno madrileño y otro moscovita, que le hicieran los dibujos de sus soldados; luego, en Madrid, encargaba a una fotomecánica que le imprimiera las láminas y posteriormente, ya en su casa, mientras su esposa le leía novelas como “Guerra y paz”, de León Tolstoi o “Memorias de ultratumba”, de Francisco Renato de Chateaubriand, él recortaba primorosamente sus soldados. “En España debemos quedar unas doscientas personas que coleccionamos soldados de papel”, señala, “pero el número se reduce poco a poco”.
Explica su afición, enraizada en su infancia, como “un deseo de crear primero y ordenar después un pequeño microcosmos donde tú, el coleccionista, eres quien lo dirige”.
Ver reportaje completo sobre Luis Reyes y otros coleccionistas en Diario El País
Luis Reyes, junto a su parte de su colección de soldados de papel
Continuando con los soldados de papel y recogido en el mismo artículo dos nombres de dos personas dedicadas a la política y que han publicado libros que son guía para otros muchos coleccionistas.
Libros publicados por el coleccionista Rafael de Francisco López quien fuera Director General de Política Interior durante los primeros Gobiernos socialistas.
Libro de Edward Ryan, agente de la CIA y jefe de su estación en Berlín durante la Guerra Fría, al que consideran, sin duda, como el principal coleccionista de soldaditos de papel de todos los tiempos.
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