Un amigo nos cuenta cada domingo la situación penosa por la que atraviesa el Rastro de Madrid en los últimos tiempos. Vendedores que se marchan, comercios que cierran sus puertas y compradores que ven con tristeza la decadencia del buque insignia de los rastros del país. Ayer leía en el periódico El País un artículo donde se hablaba de "La nueva generación de anticuarios que está revitalizando el Rastro de Madrid" y tras leerlo me queda la duda, da la impresión de que lo importante, lo que da vida al Rastro son los comercios de anticuarios, pero ¿y la calle?. Las imágenes que comparte cada semana el amigo, muestran unas calles semi vacías, sin vendedores apenas y para mi esa es la semilla de cualquier rastro, la calle. Es muy bonita esa historia de los nuevos comercios y como se revitalizan, que está muy bien, pero hay que salvar la calle.
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