No me canso de decir que es una gozada entrar en una antigua bodega y pasear entre viejas botas y profundos olores. A una temprana hora nos acercamos a la bodega La Cigarrera por un callejón tras el mercado de abastos y entramos unos metros en su interior, lo suficiente para notar la magia de un lugar que se acerca a los tres siglos de historia.
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