domingo, 5 de julio de 2020

Mercadillo de Chiclana de la Frontera, domingo 5 de julio

Este fin de semana ha sido un claro ejemplo de que no se debe confiar en los planes.
Durante la semana planeé acercarme el sábado a la nueva apertura vespertina del Rastro de la Alameda Vieja de Jerez de la Frontera, luego surgió una primera reunión familiar casi al completo tras el confinamiento, más de veinte personas y eso no se negocia, no hay mercadillo que lo iguale.
Este domingo ha comenzado de nuevo el Baratillo de Cádiz, ese era el plan de la mañana del domingo, pero un inesperado percance la tarde de ayer con el coche me lo ha vuelto a truncar.
Desayunar temprano y andar hacia el recinto ferial de Chiclana de la Frontera era la última bala en la recámara, eso o quedarme en casa. El miedo al viento de levante previsto ha coartado a numerosos vendedores así que el último plan tampoco ha resultado de lo más gratificante.
A las diez de la mañana ya estaba de vuelta, con esta vieja matraca o carraca de plástico en forma de guitarra como único hallazgo en la bolsa.
Si algo me ha enseñado esta maldita pandemia es que no debo hacer planes, vivir el día a día, nunca se sabe que espera mañana, aplicado esto a mi afición, que mas da asistir o no a un mercadillo, si tienen que venir vendrán.

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