Llegadas estas fechas los lugareños recuperamos la playa, aquella en la que durante los meses de julio y agosto el acento y las costumbres distan mucho de lo habitual por estos lares. El visitante durante el resto del año puede ser distinto o no, pero al menos es menos numeroso.
Vuelvo a la playa a pasear por la orilla después de haber bajado la marea y dejar tras de sí muchos metros de arena mojada, y aprovecho para realizar otra de mis aficiones, recoger algún resto de cerámica o cristal que la erosión ha modelado y el agua ha depositado en la arena.
Mi abuelo materno nos enseñó a amar el mar, eran asiduos nuestros paseos por la orilla de la playa del pueblo durante todo el año. De pequeño soñaba con tesoros de piratas enterrados en la arena, con los años esos tesoros poco tienen que ver con las joyas y monedas de aquellos sueños, los tesoros de hoy son estos que no tienen valor económico, pero para mi es como si hubiesen salido del cofre de un pirata.
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