Ya tocaba dejarse caer por el rastro de Guillena. Con algo de incertidumbre nos fuimos hacia Sevilla y por suerte no se cumplió la amenaza del cielo gris. Bastante material interesante pero a precio de ciudadano rumano, por las nubes, menos mal que a veces aparece alguno con cierta coherencia.
Parece que el lugar donde se celebra este rastro tiene sus días contados y se prepara una nueva ubicación en la localidad sevillana de Camas, mientras acaban las obras seguirá en el actual emplazamiento, desconozco a día de hoy que rumbo tomará mi próxima visita.
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