Tengo una espina clavada desde el año 1992, tan cerca como tuve la Expo de Sevilla y tan solo la disfruté una jornada. Un verano muy caluroso y la última gran sequía, acompañada de severas restricciones de agua, tuvieron parte de culpa. No hace mucho me deshice de los folletos y recuerdos que aún conservaba, mirarlos me hacía recordar aquella inolvidable experiencia. Su mascota, Curro, se convirtió en un icono que hoy día, más de treinta años después, sigue conservando el cariño de los sevillanos. Estos dos pins de goma con pequeños brillantes las encontré en el rastro de Jerez, no conocía este formato de Curro de los muchos que se crearon.
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